Tú eres el resultado de ti mismo

No culpes a nadie, nunca te quejes de nada ni de nadie porque fundamentalmente tú has hecho tu vida.

Acepta la responsabilidad de edificarte a ti mismo y el valor de acusarte en el fracaso para volver a empezar, corrigiéndote.

El triunfo del verdadero hombre surge de las cenizas de error.

Nunca te quejes del ambiente o de los que te rodean, hay quienes en tu mismo ambiente supieron vencer, las circunstancias son buenas o malas según la voluntad o fortaleza de tu corazón, aprende a convertir toda situación difícil en un arma para luchar.

No te quejes de tu pobreza, de tu soledad o de tu suerte, enfrenta con valor y acepta que de una u otra manera son el resultado de tus actos y la prueba que has de ganar.

No te amargues con tu propio fracaso ni se lo cargues a otro, acéptate ahora o seguirás justificándote como niño, recuerda que cualquier momento es bueno para comenzar y que ninguno es tan terrible para claudicar.

Deja ya de engañarte, eres la causa de ti mismo, de tu necesidad, de tu dolor, de tu fracaso.

Si tú has sido el ignorante, el irresponsable, tú únicamente tú, nadie pudo haber sido por ti.

No olvides que la causa de tu presente es tu pasado, como la causa de tu futuro es el presente.

Aprende de los fuertes, de los audaces, imita a los violentos, a los enérgicos a los vencedores, a quienes no acepten situaciones, a quienes vencieron a pesar de todo.

Piensa menos en tus problemas y más en tu trabajo y tus problemas sin alimento morirán.

Aprende a nacer desde el dolor y a ser más grande, que es el más grande de los obstáculos.

Mírate en el espejo de ti mismo.

Comienza a ser sincero contigo mismo reconociéndote por tu valor, por tu voluntad y por tu debilidad para justificarte.

Recuerda que dentro de ti hay una fuerza que todo puede hacerlo, reconociéndote a ti mismo, mas libre y mas fuerte, dejarás de ser un títere de tus circunstancias, porque tú mismo eres tu destino y nadie puede sustituirte en la construcción de tu destino.

Levántate y mira por las montañas y respira la luz del amanecer.

Tú eres parte de la fuerza de la vida.

Ahora despierta, camina, lucha.

Decídete y triunfarás en la vida.

Nunca pienses en la suerte porque la suerte es el pretexto de los fracasados.

Pablo Neruda

Fotos Percade

Fotos celebración de término módulo Programa de Formación realizado en Percade entre abril y junio 2008:

Fotos Cholqui

Fotos de Taller práctico realizado para equipos de alto rendimiento en Cholqui:

Pedidos específicos

Newsletter que me llega de Patricia Hashuel, Coach Argentina:

Un hombre encontró una botella mientras paseaba por la playa. La levanta de la arena y le saca el tapón. De repente comienza a salir humo de la misma y sale un genio desde adentro!
El genio le dice:
- Gracias por librarme de la botella que me tuvo preso tanto tiempo. Ahora, en recompensa te cumpliré tres deseos.
- Fantástico! Siempre he soñado con esto y sé exactamente lo que quiero. Primero, quiero un millón de dólares disponibles en mi cuenta corriente del banco ahora mismo .
En un instante aparecieron varios recibos de depósitos de banco en las manos del hombre.
- Mi próximo deseo es tener una Ferrari F50 roja último modelo.
Inmediatamente aparece el automóvil.
- Finalmente, quiero ser irresistible a las mujeres.
El genio lo toca con su mano y lo convierte... en una caja de bombones!
No fue lo suficientemente específico y el genio se confundió.

Uno de los primeros trabajos a los que son sometidos mis alumnos es a despertar el Genio Interior. El dilema a que este "genio" los enfrenta es contestar a la siguiente pregunta: ¿Qué quieres? Parece fácil, ¿quién no sabe lo que quiere? Lo difícil resulta ponerlo en pocas palabras y que todos lo entiendan. Imagina que despierta tu "genio" y te pregunta qué quieres? ¿Qué le responderías? Lo que yo escucho por lo general es:
  • Quiero ser feliz
  • Quiero vivir en paz
  • Quiero que me quieran y ser reconocido
¿Puedes ver que poco específico que somos muchas veces?

Hemos desarrollado muchas resistencias para hacer pedidos y si a eso le agregamos nuestra falta de especificidad. Se hace muy complicado para el otro complacernos.
¿Cuáles son las conversaciones internas que se te disparan frente a la posibilidad de hacer pedidos?

Se nos ha enseñado que es mejor dar que recibir. Que si el otro verdaderamente nos ama debe saber (o adivinar) lo que necesitamos. Pertenecemos a una cultura que nos ha enseñado a ser autosuficientes, y muchas veces por miedo a ser rechazados y otras por no quedar con cuentas pendientes, no pedimos. ¿Cuáles son las razones por las que a ti te cuesta pedir?

Postulamos que un pedido es una posibilidad que nos brinda el lenguaje de crear una realidad diferente y disponer para nosotros de un resultado determinado. El tema es que muchos de nosotros no tenemos ni el cuerpo ni la emocionalidad necesarias que hacen falta para hacer pedidos específicos. Esta falta de corporalidad o emocionalidad se encuentra sustentada en las conversaciones internas que mantenemos que explican por qué no debemos pedir.

Algunos pedidos que pueden hacer una diferencia cuando hacemos negocios son:
  • pedir referidos
  • pedir información
  • pedir referencias
  • pedir que prueben nuestro producto
  • pedir que aprueben las condiciones de nuestro producto
  • pedir buenos testimonios por escrito de nuestros productos
  • pedir feedback
  • pedir alianzas

Jesús pidió a sus discípulos que lo siguieran y nació el cristianismo
Colón pidió ayuda a los reyes de España y descubrió un nuevo mundo
Martin Luther King pidió igualdad para los negros y cambió el curso de la historia
La Madre Teresa pidió ayuda para apoyar a los pobres y creó la orden de las Misioneras de la Caridad
Winston Churchill pidió a los ciudadanos del Reino Unido que nunca se rindan y salvó a Gran Bretaña de una invasión

¿Qué pedido vas a hacer tu, para hacer una diferencia?

www.patriciahashuel.com.ar phashuel@yahoo.com.ar

Fábula de la liebre y la tortuga

(versión actualizada)

¿Recuerda la fábula?

Una tortuga y una liebre siempre discutían sobre quién era más rápida. Para dirimir el argumento, decidieron correr una carrera. Eligieron una ruta y comenzaron la competencia. La liebre arrancó a toda velocidad y corrió enérgicamente durante algún tiempo. Luego, al ver que llevaba mucha ventaja, decidió sentarse bajo un árbol para descansar un rato, recuperar fuerzas y luego continuar su marcha. Pero pronto se durmió. La tortuga, que andaba con paso lento, la alcanzó, la superó y terminó primera, declarándose vencedora indiscutible.

Moraleja: Los lentos y estables ganan la carrera.

Pero la historia no termina aquí: la liebre, decepcionada tras haber perdido, hizo un examen de conciencia y reconoció sus errores. Descubrió que había perdido la carrera por ser presumida y descuidada. Si no hubiera dado tantas cosas por supuestas, nunca la hubiesen vencido. Entonces, desafió a la tortuga a una nueva competencia. Esta vez, la liebre corrió de principio a fin y su triunfo fue evidente.

Moraleja: Los rápidos y tenaces vencen a los lentos y estables.

Pero la historia tampoco termina aquí: Tras ser derrotada, la tortuga reflexionó detenidamente y llegó a la conclusión de que no había forma de ganar a la liebre, pero propuso correr sobre una ruta ligeramente diferente. La liebre aceptó y corrió a toda celeridad, hasta que se encontró en su camino un ancho río. Mientras la liebre, que no sabía nadar, se preguntaba “¿qué hago ahora?”, la tortuga nadó hasta la otra orilla, continuó a su paso y terminó en primer lugar.

Moraleja: Quienes identifican su ventaja competitiva (saber nadar) y cambian el entorno para aprovecharla, llegan primeros.

Pero la historia tampoco termina aquí: el tiempo pasó, y tanto compartieron la liebre y la tortuga, que terminaron haciéndose buenas amigas. Ambas reconocieron que eran buenas competidoras y decidieron repetir la última carrera, pero esta vez corriendo en equipo. En la primera parte, la liebre cargó a la tortuga hasta llegar al río. Allí, la tortuga atravesó el río con la liebre sobre su caparazón y, sobre la orilla de enfrente, la liebre cargó nuevamente a la tortuga hasta la meta. Como alcanzaron la línea de llegada en un tiempo récord, sintieron una mayor satisfacción que aquella que habían experimentado en sus logros individuales.

Moraleja: Es bueno ser individualmente brillante y tener fuertes capacidades personales. Pero, a menos que seamos capaces de trabajar con otras personas y potenciar recíprocamente las habilidades de cada uno, no seremos completamente efectivos. Siempre existirán situaciones para las cuales no estamos preparados y que otras personas pueden enfrentar mejor.

La liebre y la tortuga también aprendieron otra lección vital: cuando dejamos de competir contra un rival y comenzamos a competir contra una situación, completamos capacidades, compensamos defectos, potenciamos nuestros recursos... y ¡obtenemos mejores resultados